Por Sigifredo Turga
El Karate es un Arte y como tal una creación humana que, está orientado al cuidado y desarrollo de lo espiritual y mental para cada ser humano que se decida a practicarlo, pero también dirigido al cuidado y mejoramiento de su cuerpo, bajo prácticas de esfuerzos propios; aunado al cultivo de su bienestar, de su sosiego y al respeto a los demás seres humanos, enriqueciéndose de la infinita diversidad natural, siempre dispuesta a compartir su vida y energías con nosotros los humanos.
Generación tras generación, muchos grupos humanos han aportado al Karate desde hace más de mil años. En lo espiritual y filosófico el Budismo, originario de la India, llegado a la China hace unos 2000 años, fue su primer y fundamental aportante, cuando Boddidharma, un príncipe Indú, nacido hacia el 440 D.C., viajó a la China y se estableció en Shaolin, luego de una larga y difícil travesía, con el encargo de promover el Budismo en tierras del recóndito oriente.
Hubo dos elementos básicos practicados por Boddidharma durante su difícil travesía que promovió entre los alumnos en su escuela de Shaolin, la concentración y la meditación, que hoy son soporte y pan de cada día para quienes pretenden vivir un buen karate.
Cuando Boddidharma empezó a enseñar sus pensamientos budistas a un grupo de novicios, observaba que ellos caían dormidos durante sus exposiciones y para corregir tal situación decidió enseñarles 12 movimientos (que observaba en 12 animales) y 24 ejercicios musculares llamados Eki Kinkyo. Estos movimientos servirían para que adquirieran una sólida capacidad de concentración y un cuerpo fortalecido y despierto. Efectivamente los monjes se acostumbraron a practicar los ejercicios en las mañanas y ese entrenamiento cuotidiano les permitió un cuerpo robusto y pleno en salud.
El maestro Gichin Funakoshi recogió el rico conocimiento tradicional de las artes marciales y a finales del siglo 19 y en las primeras décadas del siglo 20, introdujo en el Japón el KARATE-DO (Kara: vacío, Te: mano, Do: camino), “Camino de la mano vacía”, estilo o escuela Shotokan; catalogado como un arte marcial que permite la defensa personal sin utilizar armas, sólo con el cuerpo humano, en especial la mano, e interpretado como un estilo de vida.
El rigor filosófico del maestro Funakoshi lo llevó a considerar lo siguiente: “De la misma manera que un espejo claro refleja sin distorsiones, o el tranquilo valle devuelve los sonidos, igualmente un estudiante de karate-do debe liberarse de todo pensamiento egoísta y perverso, pues sólo con una conciencia y mente limpia, podrá él, o ella, comprender aquello que recibe”, es el vacío interno de egoísmo lo que permite el desarrollo equilibrado del karateka y el ambiente que lo rodea.
En Popayán hacia el año 1976 o 77, el autodidacta estudiante de karate Argemiro Muñóz, promovió y coordinó unas clases de este arte marcial, en el Instituto Técnico Industrial de Popayán, y en compañía del joven Jesús Absalón Muñoz Ñañez.
Al iniciar, estos dos pioneros gestionaron el apoyo del deporte del karate vallecaucano, logrando que en sábados y domingos asistieran maestros de esa región, precisamente de la escuela Shotokan, principalmente Hardi García y Carlos Aramburo. Hacia junio de 1980, ya fortalecido el grupo de practicantes solicitaron la venida de un entrenador permanente, integrándose en tal calidad el maestro cinturón negro Isidro Ortíz y oficializándose en corto tiempo la existencia de la Liga de Karate-do del Cauca.
A partir de allí se consolidó el establecimiento de las clases de karate en la Universidad del Cauca, en donde, con la entusiasta colaboración de los practicantes, se logró construir un Dojo por parte de los mismos Karatecas en el seno de la Universidad del Cauca, al servicio de sus estudiantes y de deportistas no universitarios integrados a la Liga de Karate-do del Cauca.
Dadas las reformas en la zona deportiva de la Universidad, ese dojo desapareció y ahora se practica Karate en instalaciones nuevas que se comparten con otros deportes. Fueron surgiendo desde el comienzo clubes barriales y en otros municipios caucanos integrando ahora una fuerte la Liga Caucana.
Ya transitados prácticamente 50 años, de esta experiencia auténticamente caucana, quiero felicitar a nuestros consagrados karatecas de la escuela que siempre ha conservado respetar el rigor filosófico del maestro Funakoshi, que apunta siempre al fortalecimiento del espiritu acompañante permanente del fortalecido individuo físico.
Sé que el cúmulo de experiencias y éxitos de esta maravillosa escuela ha recuperado a gran número de personas y ha mostrado el camino del éxito a muchísimas mujeres y hombres, desde la niñez, guiándoles para el fortalecimiento del vacío interno de egoísmo, lo cual no solo ha aportado al desarrollo equilibrado de la persona karateka, sino que también positivamente al ambiente ecosistémico que rodea a esa persona.
Felicito de todo corazón al gran maestro y máximo líder de esta escuela caucana Shiján Jesús Absalón Muñoz Ñañez, también al actual y magnífico presidente de la Liga Caucana de Karate Miller Arvey Egas Pérez, a los ya muchos cultores y maestros del Karate, a sus clubes y a los practicantes que día a día con constancia van ascendiendo en este camino práctico del no egoísmo que tanto necesita lo que sentimos como Patria Colombiana.
