Por Eduardo Nates López
Por enésima vez la carretera Panamericana está tomada por manifestantes energúmenos (afectados por la avalancha de enero del año pasado) que, a pesar de su entendible desespero por el incumplimiento del gobierno, no miden el alcance de los perjuicios que pueden llegar a causar, no solo en términos económicos sino hasta en vidas humanas. Pero el pobre Cauca ya está familiarizado con este detestable mecanismo de protesta, que nos aplican las comunidades indígenas, el cual ha hecho metástasis a otras regiones del país. Esta vez el retén está en el sitio denominado El Céfiro, a pocos metros de la población de Rosas.
El ministro de transporte de la época, Guillermo Reyes, hoy flamante embajador de Colombia en Suecia, se bajó del avión privado del contratista de las obras de reconstrucción de la carretera (aeronave en la cual también se subió Petro, acompañado de otros “aviones” como: Roy, Benedetti y Danielito, sin reportarlo como gasto de campaña, lo que hoy lo tiene en un medio de otro escándalo) para irse a su destino diplomático en Suecia. No creo, entonces que hoy, en su mullido sillón diplomático, esté muy preocupado por la situación de la carretera, que solo después de 14 meses de la tragedia, ha comenzado a medio funcionar como conector del suroccidente del país.
Ese dolor de sentirse bloqueados por la naturaleza (unas veces) y por la comunidad (otras) tiene desesperados a los habitantes del sur del Cauca y Nariño. Ya los mensajes de protesta lanzados por lideres empresariales nariñenses están llegando a niveles que superan la buena relación interdepartamental. Entre tanto, a los caucanos nos va tocar convocar a una “vaca” como la que se surte en Antioquia contra la displicencia presidencial. (Pero con la diferencia de que allá perdió Petro y acá barrió, pero no hemos visto un solo ladrillo pegado en municipio alguno. Está realidad fue tema de disenso en la reunión entre el gobernador y algunos de los congresistas del Cauca. “Nada se ha visto…” dijo el más reciente senador. -Aunque se equivocó, pues si hemos visto tomas de vías, desorden y muertes violentas todos los días-.
De todas formas, el “chicharrón” -como dicen los muchachos- de la reubicación de las comunidades afectadas sigue fermentándose gravemente -por la demora de las decisiones oficiales- en manos del caucano MinInterior, Luis Fernando Velasco, por cierto, muy enredado y decepcionado con los “NOes” que está encontrando a diario entre quienes fueron sus compañeros de parlamento y que creyó manejar con supuesta destreza. Los resultados en el trámite de las atropelladoras reformas pretendidas por su jefe Petro, dicen lo contrario. Pues, esta vez, los afectados por la avalancha han manifestado su decisión de aguantar allí, parapetados, hasta que las soluciones sean un hecho visible.
En fin, son muchos los vectores políticos y sociales en juego de fuerzas, pero cuyo costo terminamos pagándolo todos los colombianos, especialmente caucanos, nariñenses y vallecaucanos, en la medida en que la importante arteria entre Popayán y Pasto, (incluyendo la variante Timbío-Estanquillo), que recibe un gran volumen del tráfico nacional e internacional, siga siendo controvertida y maltratada administrativa y presupuestalmente y siga postergándose su construcción. Así parecen darlo a entender una serie de mensajes en las redes que, adicionalmente, colaboran en la confusión de los atribulados ciudadanos, pues, por otro lado, desde despachos capitalinos como la ANI e INVIAS en mensajes a la Asociación Caucana de Ingenieros “le mantienen la caña” de que los trámites van bien y pronto las obras estarán en ejecución… Ver para creer…
Lamentablemente los bandazos gubernamentales, los silencios institucionales y otras omisiones de la administración Petro nada aportan a la tranquilidad ciudadana y a la credibilidad de un gobierno inseguro, descoordinado y titubeante, enredado en polémicas éticas y desconocimientos operativos.
Termino recordando y aplicando a nuestro panorama oscuro, una de las por demás conocidas “Leyes de Murphy”, que dice: “No hay situación, por grave esté, que no sea susceptible de empeorar…”
