Por: Sebastián Silva-Iragorri
Inquietos, palpitando, agitados, han quedado los corazones de millones de colombianos que hoy forman la mayoría popular y que han demostrado no solo su presencia multitudinaria en las calles, sino su voluntad de exigir profundos cambios en la manera y estilo de gobernar, además de frenar la imposición de un sistema socialista ajeno a nuestro modo de ser y no aceptado por la inmensa multitud de compatriotas.
Ya hay reformas negadas, como la de la salud, que está archivada por voluntad libre y soberana de la Comisión 7a. del Senado a la cual le correspondía legalmente estudiarla y definir. Hay que respetar las decisiones y caminar sobre las reglas trazadas de la democracia. En ese respeto está la esencia de la separación de poderes y la posibilidad de continuar el trámite de las iniciativas de ley, reformas constitucionales y proyectos que se presenten por los diversos actores de la política y la administración nacional.
La otra reforma, la pensional, sigue en el Congreso y le faltan aún dos debates en la cámara de representantes. Esa reforma pensional no puede servir para obtener fondos y tratar de utilizarlos en gasto público o en regalos electorales sin retorno, esto sería gravísimo. Los ahorros de los potenciales pensionados son activos de su propiedad e intocables legalmente, su apropiación produce un alivio gubernamental provisorio en las finanzas públicas, pero deja hacia adelante dificultades económicas y de financiamiento para los futuros pensionados a 20 años vista. Suponiendo que lograran la apropiación de esos ahorros, sería esencial un manejo especializado. La única forma es confiarle esos fondos a una entidad de naturaleza independiente, impermeable a presiones políticas y asesorada por un comité técnico imparcial de las más altas calidades y cuyas determinaciones solo serían válidas si se cuenta con el aval de todos sus miembros. Así evitaríamos tentaciones demagógicas de gobiernos en afán de conseguir recursos para gastar en burocracia o regalos con tintes populistas. Frenada esa posibilidad y garantizado el crecimiento de esos ahorros a las mejores tasas del mercado, su vigencia no debería empezar en el actual gobierno sino en el siguiente. Así se despejaría cualquier sospecha sobre sus intenciones. Si no se dan estas estrictas condiciones es mejor no aprobar esta reforma que se presenta con una apariencia de colaboración con los pobres, pero que en realidad va tras los inmensos ahorros que tienen en los fondos privados los aspirantes a pensión.
En el trámite de las reformas no puede existir trampa alguna, todo debe ser transparente pues luego serán sometidas al exigente examen de la Corte Constitucional y a demandas de ciudadanos y organizaciones sociales o políticas.
Las marchas del domingo demostraron una enorme insatisfacción de los ciudadanos con el rumbo y la orientación ideológica del gobierno de turno. El tema de las mayorías que le da legitimidad a los gobiernos se mide periódicamente y se observa en resultados electorales o en las manifestaciones de diversas clases de los ciudadanos. Si analizamos el último resultado electoral, que fueron las elecciones regionales, encontramos claramente que las mayorías cambiaron de lugar. Hoy las capitales y ciudades más importantes no tienen gobernantes de los partidos del gobierno. Las marchas también son otro termómetro de la cambiante manifestación popular soberana del pueblo. El domingo vimos corazones que saltaban de inquietud, pero también de esperanzas para retomar el rumbo evitando caer en el profundo hueco sin salida de ideologías foráneas, con amigos externos y prácticas extrañas.
EL experimento socialista ha sido rechazado, no tiene las mayorías, ni la legitimidad para ser aplicado en Colombia. No queremos un Estado enorme apropiado de todo y manejando todo. Sin temor Colombia se ha pronunciado y con unas nuevas mayorías, no silenciosas sino actuantes y respetuosas de la democracia, aspira a que se corrijan los rumbos, se enderece la Nación, se gobierne bien y vuelva a reinar el optimismo y la paz en los corazones de los colombianos.
