Por Felipe Solarte Nates
Hace varios meses, desde Santander de Quilichao, propietarios de haciendas como San Vicente y Japio, el Comité Gremial del Cauca y habitantes de Santander, denunciaron talas y quemas de árboles en el llamado, por los viejos: “Monte Japio”, único reducto del bosque seco tropical que sobrevive entre las estribaciones de la cordillera central y el inicio del Valle del Cauca, al nororiente del casco urbano.
Propietarios de estas fincas colindantes ya habían destinado cerca de 1.000 hectáreas a la regeneración natural del bosque con árboles y arbustos nativos y pequeñas lagunas en los cuales anidan cerca de 200 especies de pájaros autóctonos y otros migratorios, además de mamíferos e insectos que se interrelacionan y mantienen gran biodiversidad de flora y fauna evolucionada durante milenios en la región y amenazada por la uniformidad del monocultivo de caña de azúcar y el peladero de la “ladrillera del Cauca” al norte, más la construcción de vivienda sin control en la cabecera municipal de Santander de Quilichao.
Ante las denuncias y alarma generada por la tala de árboles y quema de arbustos por parte de un grupo de indígenas, con el propósito de sembrar cultivos de pancoger en un área del tradicionalmente conocido como “Monte Japio”, el domingo 3 de marzo, un grupo de ciudadanos visitó un sector de “Monte Japio”, acompañado por dos miembros de la Guardia Indígena.
Después de caminar varias horas por parte de las cerca de 130 hectáreas que pertenecieron a la finca La Esmeralda y al complejo eco-turístico construido por el piloto de aeronaves, Julio Treviño, su anterior propietario, pudimos constatar que aunque han hecho algunas quemas y talas, relativamente está en condiciones aceptables y el destechado del área correspondiente a las habitaciones obedece a que la madera estaba gorgojeada y debe ser cambiada, según expresó uno de los guardias indígenas que custodian el terreno.
La compra de este predio por la Agencia Nacional de Tierras, ANT, durante el gobierno de Duque, es uno de los cuestionados negocios similares que hicieron en varios departamentos, debido al apresuramiento en los tramites, exagerados sobrecostos y la no consulta con autoridades de los municipios y, lo que es peor, con las comunidades a las que supuestamente beneficiarían con los terrenos. Tan es así que, cuando fueron a adjudicársela al cabildo de Muchique, Los Tigres, los indígenas no la aceptaron por considerar la tierra no apta para actividades agropecuarias debido a la acidez y por la pendiente predominante.
Sin embargo, la ANT, se la entregó en custodia a la guardia indígena y algunos comuneros han quemado y talado algunos árboles para sembrar cultivos de pancoger: plátano, yuca, cebolla, verduras, pero no a gran escala, como habían denunciado algunas personas, aunque tienen el proyecto de sembrar a mayor escala cítricos como limón y mandarina.
APTA PARA COMPLEJO ECO-TURÍSTICO
La finca La Esmeralda, cuenta con alojamiento de visitantes, restaurante, salón de eventos, una piscina semiolímpica de 30 metros de largo forrada en azulejo, dos lagos artificiales de buena extensión, en los cuales anteriormente hubo siembra de tilapia para explotación comercial y en los que habitan iguazas, pellares, arriban numerosas especies de aves migratorias y es vecino a un lago de propiedad privada, donde acuden numerosos aficionados a la pesca deportiva. También en las colinas circundantes hay árboles de mango de la variedad Tommy, que fueron sembrados por el anterior propietario.
Por estar comunicado hacia el norte con predios de las haciendas Japio, San Vicente y otras que en un área cercana a 1.000 hectáreas sus propietarios destinaron a la conservación del último reducto del bosque seco tropical, “Monte Japio”, surcado de colinas no favorables para la explotación agropecuaria, pero si abundante en arbustos y árboles nativos de la región, debe ser conservado, pues es un oasis de biodiversidad en medio del paisaje uniforme de la caña de azúcar y la creciente extensión del área urbana de Santander de Quilichao.
Además, el municipio de Santander de Quilichao, lo incorporó al Plan de Ordenamiento Territorial, POT, como zona de protección ambiental y la vocación de reserva ambiental la confirmó el pronunciamiento del tribunal Administrativo del Cauca, en mayo de 2023.
Sin embargo, por su valor ambiental y de pulmón verde y recreativo para los habitantes del municipio de Santander de Quilichao, tanto la Alcaldía, la CRC y el ministerio de Ambiente, deben intervenir para asegurar que sea preservado “Monte Japio” dándole un manejo de eco-parque o reserva natural y en este propósito deben vincular a las comunidades indígenas o a las entidades que cree el municipio, junto a los vecinos que deben se capacitados, suministrarles insumos para que cumplan su labor y también garantizarles ingresos para que colaboren en tareas de conservación de los recursos naturales y puedan guiar a los visitantes y en especial a los avistadores de las más de 200 especies de pájaros identificadas en el área.
Este proyecto es más urgente, en vísperas de la COP16, sobre Biodiversidad en el planeta, que en octubre celebrará la cercana ciudad de Cali, teniendo en cuenta que “Monte Japio” hace parte del corredor que intercomunica flora y fauna de las cordilleras andinas central y occidental con las de la selva del Pacífico.
El ministerio del Ambiente, debe incorporar las cerca de 1.000 hectáreas del bosque semiseco tropical, de “Monte Japio” a un gran proyecto de protección y conservación para preservar varios “ojos de agua” o nacimientos de quebradas que desembocan en el río Quilichao, de la cascada vecina a la “Cueva del indio”, y asegurar el habitat a: pavas de monte, torcazas, perdices, chamones. quinquinas, barranqueros, gavilanes, azulejos, pitojuies, azomas, tijeretas, gavilanes, pellares, colibríes, loros, chamones, quinquinas, barranqueros, periquitos, iguazas y numerosas especies de aves que sobreviven.
Después de hacer un recorrido por parte de la zona boscosa acompañados por dos integrantes de la guardia indígena que custodian el predio, los visitantes pudimos comprobar que las talas y quemas de arbustos no eran tan extensas, como fueron denunciadas hace algunos días, aunque aún estamos a tiempo de evitar que continúen, pues con lo construido para atención a los visitantes y con el área boscosa, les iría mejor a las comunidades indígenas que lo tienen en custodia y a otros habitantes no indígenas, el desarrollar un programa de protección del bosque vinculando al Ministerio del Ambiente, la CRC, y el municipio de Santander de Quilichao, para desarrollar un proyecto integrado de ecoturismo y educación ambiental, con caminatas guiadas para los estudiantes, avistadores de aves y turistas, que en mayor número han de llegar a partir de octubre de 2024, con la celebración en Cali, de la COP 16 de Biodiversidad, que reunirá a delegaciones de 190 países.
En estos tiempos de cambio climático es mejor destinar toda el área de “Monte Japio” a reserva forestal y protectora de flora y fauna, pues la gran mayoría de tierras son muy acidas, amarillas, con una delgada capa vegetal y están en laderas pendientes, que al ser despojadas de su vegetación son arrastradas por aguas lluvias erosionándolas y destruyendo el habitat de gran variedad de aves, mamíferos, reptiles e insectos, que sobreviven en este oasis natural.
Para garantizar que el predio de la finca Esmeralda sea convertido en una reserva natural, como una avanzada para extenderla a las haciendas vecinas hasta donde se extiende “Monte Japio, un grupo de ciudadanos, concejales y ONGs del municipio ha convocado para el sábado 9 de abril, una Firmatón, en el parque principal.
