Por Juan Manuel Rincón
La salud mental es un eje transversal que afecta de manera significativa el bienestar sociocultural y económico de la población a nivel global.
Este es un derecho humano básico que no ha sido priorizado por algunas autoridades, es preocupante que se incrementen los casos de estrés, depresión, suicidio u otro tipo de deterioro de la población sin excepción alguna. Este panorama también ocurre principalmente en las zonas de conflicto como lo son varias poblaciones del Departamento del Cauca, entre ellas Popayán.
En los hogares todos los miembros de la familia deben estar pendientes del comportamiento de sus familiares especialmente de los niños y jóvenes, sea porque tienen actitudes extremas fuera de lo normal o porque en vez de su sonrisa brilla el silencio.
En los colegios, el personal docente administrativo también debe estar pendiente de sus jóvenes estudiantes. Más allá de crear una compleja red de apoyo que reduzca los casos de bullying o matoneo, lo que se necesita es que los menores sientan un sincero apoyo psicológico que no sólo les incentive a alcanzar los estándares académicos para convertirse en ciudadanos del mundo, sino a que través de sus experiencias de vida, de su libertad y creatividad pueden llegar a contribuir en la transformación de este actual mundo convulso.
Para algunos menores el colegio es su primer hogar, es el lugar donde están la mayoría del tiempo, es es el sitio donde encuentran sus pares con quienes compartir todo tipo de pensamientos, de gustos, de intereses y sus sueños.
El colegio es el punto de partida, donde se le puede dar a los jóvenes las alas para salir a volar o donde se le puede frustrar su vida.
Los adultos también afectamos nuestra salud y bienestar por las exigencias de encontrar un empleo, pagar las facturas, comprar o arrendar una casa, de evitar la vulnerabilidad, de las enfermedades por la edad u otros orígenes, de una competencia salvaje por conseguir lujos efímeros o utópicos.
La Salud Mental no es sólo una responsabilidad de las secretarías de salud o de las administraciones locales, es un tema que nos debe interesar y preocupar a todos los ciudadanos, porque todos estamos expuestos a ser derribados por las diferentes causas que originan las enfermedades mentales.
Los ansiolíticos, los libros de autoayuda o pensar en acabar con la vida no son la única solución de prevenir o evitar las enfermedades de salud mental, hay otras estrategias como la arteterapia a través de la música, los talleres de la risa o el teatro, jornadas de manualidades, de tejido u otras acciones que nos mantienen vivo nuestro cerebro y nuestros pensamientos.
A pesar de que estamos en un mundo globalizado absorbido por las redes sociales, por las exigencias estéticas, por las tendencias de las comunicaciones y la tecnología. Todavía no habitamos en una ciudad caótica donde la depresión y la soledad gobiernan a sus ciudadanos.
Quienes vivimos en Popayán somos afortunados, porque todavía tenemos la posibilidad de encontrarnos, de almorzar y comer juntos en nuestras casas, de salir a disfrutar de un café, de un helado, de poder caminar por diferentes sitios en el centro histórico de la ciudad, en la periferia o en las zonas rurales. Tenemos el lujo de deleitarnos con un atardecer, de ver a lo lejos los imponentes volcanes Puracé y Sotará, de estar rodeados de senderos verdes y disfrutar de los coloridos guayacanes.
Hay una acción que dejamos de lado y que es importante, es la escucha, necesitamos escucharnos. Un ¡Hola!, ¡Buenos Días!, una llamada a nuestros familiares o amigos, es un primer paso para que mejoremos nuestra salud mental. Necesitamos realmente mirarnos a los ojos, hablarnos, escucharnos, sentir un saludo a través de las manos o un beso.
Démosle la oportunidad aquel grito silencioso que nos oprime, que pueda desahogarse y así evitar que siga creciendo sin control controlando y dominando nuestro ser a través del sufrimiento interno.
